lunes, 26 de marzo de 2012

La princesa


La princesa está triste...
La energía de sus ojos se disipa en el aire, emprendiendo un viaje hacia el confín de la memoria.
¿Qué tendrá la princesa?
Si el carmín de sus labios se desliza por su cuello, y se mezcla con la sangre que segregan sus heridas. Y sus rizos de cacao, enojados con el viento, sus tacones de marfil, embistiendo contra el suelo, y su cuerpo hoy se entrega, a la mímica del tiempo.
Las murallas de acero, de lodo se han tornado, se derrumban, se quiebran las paredes del palacio de cristal, y brotan de sus ruinas barrotes de cal y arena, y cadenas de granito ahora oprimen sus tobillos, convirtiéndola en esclava de pesares infinitos.
Libérate, princesa, olvida tu pasado, tu presente, no esperes tu futuro, y corre por las tierras del obscuro. Descálzate, renuncia a tus reliquias, no dejes ofuscar por el brillo diamante, no te engañes por el canto de sirena, encrudece tus sentidos, y vuela por la estela hacia la luna menguante. La muerte te acompaña, la vida te reclama y tú andas, purgativa, por arenas movedizas.

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