jueves, 9 de febrero de 2012

Crónicamente.


Trata de imaginar, por un momento, que eres un peregrino; estás caminando por un sendero. Tienes una meta poco precisa. De alguna manera, te sientes como Alicia en el país de las maravillas, es decir, no sabes muy bien hacia dónde vas; sólo quieres llegar a alguna parte. Al no tener un objetivo prefijado, tu horizonte está poco definido. 
El resultado es un peregrinaje infinito: justo cuando crees que estás apunto de finalizar el recorrido, tu horizonte se nubla aún más, y el sendero se hace más estrecho. Ves el rótulo verde que indica la salida, pero nunca llegas a apreciarlo con detalle. 
Es una enfermedad que se basa en las recaídas. Se alimenta de tu debilidad. 
Algunas veces, a lo largo del camino te encuentras con un cruce, y con el dilema que supone elegir el tramo correcto. Y ahí nace tu miedo, tu peor enemigo en esta batalla.
El miedo no es más que una zancadilla, una roca en el camino, que te acompaña, haciéndote tropezar constantemente. Cada caída es más dolorosa, y cada vez que caes,  resulta más díficil levantarse para retomar el camino. Esto hace que te sientas frágil, y decidas mirar atrás, retroceder. Y eso es lo peor que puedes hacer. Cuando miras atrás, te encuentras de frente con todo ese cúmulo de odio, de miedo, de incertidumbre, acechándote. Te encuentras cara a cara con tu sombra, y ésta trata de engullirte.
Me gustaría decir que puedo ayudarte. Desearía tener un mapa, con todas las coordenadas marcadas, así podría decirte cómo escapar de todo esto.
 Sin embargo, y , desgraciadamente, no puedo; porque yo soy ese peregrino, yo soy ese preso, atrapado en el camino y si algún destino tengo claro, es la muerte.

1 comentario:

  1. Y en el ínter, quizá ayude el saberme sola, sin más brújula que la emoción de saber que soy la única que tiene el poder de realizan, el paso a paso..., no hay rescate posible, no hay cuerpo de salvamento a nuestra disposición, no hay cuerdas ni arneses..., para morir habrá que haber vivido...
    Llegar al final, tiene mil maneras y en el poder de tu habla, veo que no llegaras en picada...

    Lilo, un abrazo bien grande.

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