domingo, 20 de abril de 2014

Poema corto, escrito a ceniza



La triste brisa ya no corre;
se perdió con mi aliento de vida,
y ya tan solo puedo rendir culto
a esa droga a la que llaman tabaco;
y que es mi amante.

Y, cada noche, me asomo al ventanal,
y dejo que el reflejo de la luna,
acaricie el borde de la copa
que baila sobre esta mano.
Y, dentro de ella, baila
el vino que antes había rozado
mis labios bañados en lamentos.


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